Todavía recuerdo el día en que mi
padre, tras acabar el curso del año 97, allá por junio, se plantó en el salón
de mi casa el mismo día en que me habían dado las notas, con un papel blanco
que contenía la solicitud de asociación al Real Madrid Club de Fútbol. Aquello
fue el premio a mi desempeño en el curso que acababa de terminar: tercero de
primaria, y con la perspectiva que da el tiempo, me atrevería decir que probablemente
–hasta ahora- sea el mejor regalo que nadie me ha hecho jamás.
Soy madridista. Y lo soy desde
que tengo memoria. No recuerdo haber sido nunca de otro equipo. Sin embargo recuerdo
que en el 96, que el Atleti hizo doblete, muchos compañeros míos de clase se cambiaron.
Pero yo no, yo continué siendo del Madrid sin saber muy bien por qué, y al año
siguiente mi padre decidió hacerme socio y abonarme. Llevo más de 17 años yendo
al Bernabéu, y tengo 25. Mi primer partido lo vi en el segundo anfiteatro del
fondo sur del Santiago Bernabéu, fue el Madrid – Barça del 95 que acabó empate
a uno.
Durante todos estos años, he
vivido muchos momentos buenos y malos entre los muros de ese estadio. Así, recuerdo
con especial amargor dos momentos concretos: el primero de ellos es el día del
2-6, y el segundo es el partido del penalti de Sergio Ramos. También recuerdo
con especial alegría otros dos momentos: la Liga que ganamos con Capello en el
último partido contra el Mallorca después del Tamudazo, y el debut de Ronaldo
marcándole dos goles al Alavés.
Lo cierto es que no sé de fútbol
mucho más que cualquier otro que lleve 20 años viéndolo. La parte táctica no la
domino especialmente, y generalmente no suelo ver partidos en los que no juega
el Real Madrid. Podría decirse que en realidad lo que me gusta es el Madrid,
más que el fútbol. Y es verdad. Esto es un sentimiento, no tiene que ver con el
deporte. Es irracional.
A día de hoy han
pasado casi 17 años desde aquella tarde que mi padre decidió que era el momento
de rellenar aquella solicitud. Pero esta noche, cuando den las nueve menos
cuarto en punto, volveré a ser aquel niño que, emocionado, una vez tuvo la
suerte de que su padre le hiciera socio del Madrid.
Es probable que jamás vuelva
a escribir (y publicar) sobre fútbol, pero hoy necesitaba decir que me da igual quién juegue
esta noche. Que me da igual que juegue Casillas o Diego López, o Marcelo o
Coentrao. Voy con los once tíos que jueguen de blanco, como he hecho siempre, y
como pienso hacer el resto de mi vida. Me es indiferente quién se clasifique
mañana, y me da exactamente lo mismo quién gane la Liga. Lo único que quiero es
que, seamos o no mejores esta noche, el día 24 de mayo estemos en Lisboa
intentando levantar la décima Copa de Europa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario