4 ago 2015

Salvoconducto busco.



Salvoconducto busco que acerque a esta orilla,
o lleve en volandas las horas que separan,
los kilómetros de parpadeos imperceptibles,
que encuentro entre nosotros de por medio.

Casualidad imploro ausencia y en voz ínfima,
que de forma más o menos programada
vacíe de incertidumbre la salida inembargable
de este túnel perfecta y eternamente circular.

Y encuentro sólo y sin embargo, muros infinitos
junto con ventanas opacas, presas a cal y canto,
y campanas que siempre doblan a muerto,
y retazos de vidas de personas que no están.

Obtengo certezas allá donde busco dudas,
desamparo donde pretendo esperanza,
y un olvido impaciente por dejar de ser memoria
viva de recuerdos aspirantes a resucitar.

Y sin embargo sigo pintando los olores,
dibujando sensaciones con sabores indelebles,
vendiendo parte de mi alma a precio de saldo
a personas que ni así pueden pagarla.

Me hallo perdido en la vorágine de un cielo
que no existe más allá de las palabras infundadas,
de rimas elocuentes que no llegan a ser rimas,
de discursos pronunciados al albor de la razón.


Traiciono –si es que puedo- principios ajenos,
y cumplo firmemente mi deseo de esperar
que cuando este barco llegue a puerto,
la duda que me lleva a la deriva, todavía siga allí.

Y con todo, aún descubro horas en el día en que,
exiliarme de mi mismo no parece mala idea
siempre que, en medio de ese exilio voluntario,
un destello de locura, me devuelva las ganas de volver.