Primer día de trabajo en esta nueva vida que me espera
durante los próximos dos meses. Quince horas. Ése es el tiempo que he tardado
en regresar a mi casa desde que salí a las seis de la mañana para ir al
aeropuerto a recoger a los 52 americanos que venían hoy a comenzar su andadura
en el Spanish Program de la Universidad de Alabama.
Quince horas, como decía, trabajando. Y han bastado quince
minutos, los que han seguido al sonido del despertador, para comprobar cómo en
la vida lo realmente importante es hacer lo que a uno le llena. En otras
palabras, han sido quince horas de tensión y cansancio, formando parte de un
engranaje en el que nada puede fallar si quieres que todo salga como debe, es
decir, perfecto. Pero quince horas empleadas en algo que me gusta.
A partir de hoy esperan interminables viajes de autobús de
un lado a otro de España, largas horas rodeado de personas que ven la vida de
una forma distinta a ti, y que te permiten enriquecerte personalmente en gran
cantidad de aspectos. Un intercambio cultural en el que existe la posibilidad
de disfrutar de personas con un punto de vista diferente, que no es poco. De
conocer experiencias y personas antagónicas a aquellas que hasta ahora he
conocido. De crecer.
Dos meses, como decía, haciendo nuevos amigos, y rodeándome
de aquellos que son dignos de participar en una experiencia de este calado. Amigos
a los que, por cierto, estoy muy agradecido. Por no escatimar jamás un esfuerzo
ni una sonrisa a la hora de entregarse a los demás. Esa es la gente a la que
quiero, y quiero tener a mi lado.
Sin embargo, no es esto lo único. Este programa,
personalmente me permite reafirmarme en la idea de que es posible trabajar en
algo con pasión, sin importar el dinero ni los horarios, disfrutando (y
sufriendo a veces) cada momento del mismo. Me ayuda a ver que efectivamente, si
bien la toga no salió bien, aún hay esperanza de encontrar algo en lo que echar
el resto.
No tiene por qué ser el trabajo definitivo, pero sí debe ser
el que me demuestre que es posible ser feliz trabajando en algo que te llene.
Y esa debe ser la mejor conclusión que saque de todo esto:
hay vida más allá de la toga.