12 feb 2014

Sucede que a veces.



Sucede que a veces me despierto una mañana, y de repente todas las calles que encuentro en cien kilómetros a la redonda, se llaman Melancolía. Sucede que ese mismo día, enciendo la radio y todas las canciones que suenan me recuerdan que quizás, me rendí demasiado pronto en aquella batalla tan tuya y tan mía; y para colmo, al mirar de reojo el calendario, me doy cuenta de que a estas alturas del invierno, todavía no sólo seguimos en febrero, sino que la primavera, ni está, ni se la espera.

Sucede que a veces construyo casas por el tejado, aun a riesgo de que más tarde sean inhabitables. Ocurre que entonces, paro y resoplo, y calculo el ángulo de inclinación que no voy a seguir, y sigo colocando minuciosamente, una tras otra, las tejas que se sostendrán sólo y exclusivamente a base de ilusión; como si ésta fuese una viga que separa el cielo estrellado de un bajo cubierta imaginario, sobre cuyas paredes lisas, cuelgan cuadros de Chagal.

Sucede que a veces abro puertas que otrora estaban cerradas, y entro dentro de estancias que apestan a olvido en su interior. Pasa, que de pronto me veo allí dentro, reo del aire que respiro, buscando un interruptor que te haga aparecer en un chasquido. Aunque tu presencia dure lo que dura un pestañeo –otra vez- inolvidable; como si todavía fuera posible despertarme una mañana, con la espalda destrozada –y feliz- de dormir en una cama diminuta, en una calle perpendicular a otra con nombre –en diminutivo- de adjetivo de mujer.

Sucede que a veces, ahora sin ir más lejos, me apetecía escuchar uno de tus trances gastronómicos, o utilizar una botella de tequila como herramienta para amasar una pizza; o jurarme a mí mismo que de mañana no pasa que te dedique el libro aquel, para volver a incumplir una promesa. Y sin embargo, en lugar de todo lo anterior, estoy aquí sentando con las luces apagadas, escuchando el dulce tintineo del teclado, mientras le cuento al mundo, que aunque tú no vayas a leerlo, febrero, sin ti, es menos febrero.

4 comentarios:

  1. Quien me recomendó su blog refiere la historia con una botella de whisky... pero veo que no se quedó corta elogiando su redacción. Felicidades.

    Ps. Conseguiré que lo lea.

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    1. Le agradezco mucho el cumplido. Respecto a quien le recomendó leer mi blog, piérdalo de vista, le ha engañado por completo.

      En cuanto a lo otro, no se moleste. Al fin y al cabo, ya estamos en marzo.

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  2. Lo irónico es que recomiende tan fervientemente algo que no lee, por razones que usted ya sabe, ¡y que no se equivoque al recomendarlo! Me temo que lejos de perderla de vista, voy a pedirle más recomendaciones.

    ¿Sabe? Ahora veo los dos lados de la historia y, sintiéndolo mucho por ambas sus partes, pero leerle a usted y sus textos es lo bueno que disfrutamos los demás de lo que ustedes vivieron.

    Continúe escribiendo así, por favor.

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    1. Digamos que siempre tuvo muy buen gusto. Por la parte que me toca.

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