Extraño. No de raro o desconocido. No de ajeno ni extranjero,
ni de exótico ni forastero. Ni siquiera de chocante, insólito o excepcional.
Tampoco de misterioso, singular o sorprendente. Extraño como primera persona
del presente de indicativo del verbo extrañar. Yo extraño. Es decir, yo echo de
menos. Yo echo en falta.
Ahora bien, ¿qué ocurre si añado un pronombre a la palabra
extraño, un “te” por ejemplo?
Pues que añado un matiz personal. Te extraño. Es decir, te echo
de menos (a ti). Ya no echo de menos algo, ahora echo de menos a alguien (a ti,
en concreto). Paso por tanto de echar de menos una sensación, una experiencia,
un momento, o una cosa, a extrañar a una persona. Y digo bien – y a propósito-, yo echo de menos
algo; pero extraño a alguien (a ti).
En otras palabras, que esa necesidad que antes era un deseo,
pasa de pronto a convertirse en un sentimiento. Es decir, que lo que antes era
un “me gustaría tenerlo”, ahora pasa a ser un “quiero tenerte”. En ambos casos,
ya sea como deseo o como sentimiento, continúa siendo una necesidad. Sin
embargo ya no es un “echo en falta algo”, es un “necesito verte” (a ti).
Así pues, en función de la naturaleza de la necesidad que
tenga, lo echaré de menos, o te extrañaré. Contemplaré la posibilidad de
reproducir una sensación, una experiencia, o un momento; o la de comprar una
cosa. Sin embargo, contaré las horas que me faltan hasta que vuelva a verte, o
pensaré cómo hacer para llegar hasta ti de nuevo. Idearé una estrategia para
intentar dejar de extrañarte. Aunque a veces ello implique tener que olvidarte
definitivamente.
Te extraño. Porque incluso la propia sonoridad de la
expresión tiene un matiz que un simple “echo de menos” no es capaz de alcanzar.
Te extraño. Pronunciado mentalmente tiene un plus de nostalgia que un “echo de
menos” no puede transmitir. Al menos para mí. Y esta vez, honestamente, no
pretendo que nadie lo comparta.
Sé que se trata de un planteamiento extraño – esta vez sí,
por raro, chocante, insólito o sorprendente-, y que la propia Real Academia de
la Lengua Española no hace distinción alguna entre ambas expresiones. Pero la realidad
es que, no sé muy bien por qué, de un tiempo a esta parte, en mi cabeza, distingo
entre ambas acepciones en función de aquello que siento que me falta.
Y a estas alturas os preguntaréis, ¿a santo de qué viene todo
este extraño – otra vez por raro, chocante, insólito o sorprendente - sinsentido?
Pues viene a que hoy, ya domingo 21 de julio de 2013, a las 02:12 de la noche, no
te echo de menos. Pero te extraño.
En su primera acepción, "extrañar" significa 'desterrar a país extranjero', lo cual dice algo del origen de la acepción "extrañar" como 'echar de menos'. Cuando extraño parece que he lanzado a alguien fuera de mí, cuando en realidad lo que quiero es atraerlo a mí. Dejé de usar hace tiempo ese verbo y ahora me gusta más "añorar", que lleva implícita también la pena.
ResponderEliminarMe gusta sobre lo que escribes, además pareces hecho de nostalgias. Muy cáncer.
Llegué de pasada y creo que me quedo a ver qué más nos puedes regalar.
En ese caso, has dejado de ser un extraño, o una extraña. No garantizo que todo sean nostalgias. Bienvenido, o bienvenida. Estás en tu casa.
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