29 dic 2022

La vieja parca florentina.

Hace muchos años, en un viaje de estudios del colegio, puse los pies en Italia, que ya por aquel entonces no era tierra ignota para mí. Estábamos en Florencia y de algún modo, no sé si antes o después de visitar las tumbas de los Medici, acabé perdido entre los puestos del mercado de San Lorenzo, que rodeaba los albores de la iglesia donde se hallaban los sepulcros. Fue allí, paseando en sus puestos como en un bazar gigante, donde di con un tipo que vendía ropa con motivo militar y me compré una parca verde, con banderas de Alemania en cada una de las mangas a la altura de los hombros. El precio fue irrisorio, no sé si antes o después de negociar pagué veinte euros. Y a día de hoy sigue en mi armario.

La parca es una parca cualquiera, no tiene nada de especial. Lleva una especie de forro como de borreguillo verde por dentro que se quita y se pone en función del frío que haga. Si llueve, te empapas, porque en lugar de repeler el agua lo absorbe, deja que la lluvia le cale hasta los huesos que no tiene. No es una pieza de diseño, ni parece especialmente resistente, pero ahí sigue conmigo. Ha sobrevivido a 4 mudanzas y a las constantes fluctuaciones de peso de su dueño, que no han sido pocas. En ocasiones me ha costado abrochar la cremallera, porque el invierno a veces no perdona a quienes llevamos años cultivando ese proyecto de barriga. 

No es que haya puesto demasiado empeño en su mantenimiento, pero lleva conmigo casi 17 años y sigue igual que el primer día. Quizás porque no la uso a diario o porque no siempre que la veo estamos en invierno, ha aguantado tanto tiempo. No sabría decir exactamente cuál es la metáfora que alberga todo esto, pero creo que tiene que ver con el cuidado y la paciencia. Ocurre con las cosas y también con las personas. Hay veces que simplemente hay que estar ahí, sin más, colgado al fondo del armario esperando a que llegue tu momento. Disponible para dar un abrazo cuando llegue el frío.

2 comentarios:

  1. Me encanta estar al fondo del armario esperando mi momento

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  2. Brutal. "Hay veces que simplemente hay que estar ahí, sin más, colgado al fondo del armario esperando a que llegue tu momento. Disponible para dar un abrazo cuando llegue el frío."

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