21 jul 2013

Sobre extrañar (te) y echar de menos.


Extraño. No de raro o desconocido. No de ajeno ni extranjero, ni de exótico ni forastero. Ni siquiera de chocante, insólito o excepcional. Tampoco de misterioso, singular o sorprendente. Extraño como primera persona del presente de indicativo del verbo extrañar. Yo extraño. Es decir, yo echo de menos. Yo echo en falta.

Ahora bien, ¿qué ocurre si añado un pronombre a la palabra extraño, un “te” por ejemplo?

Pues que añado un matiz personal. Te extraño. Es decir, te echo de menos (a ti). Ya no echo de menos algo, ahora echo de menos a alguien (a ti, en concreto). Paso por tanto de echar de menos una sensación, una experiencia, un momento, o una cosa, a extrañar a una persona.  Y digo bien – y a propósito-, yo echo de menos algo; pero extraño a alguien (a ti).

En otras palabras, que esa necesidad que antes era un deseo, pasa de pronto a convertirse en un sentimiento. Es decir, que lo que antes era un “me gustaría tenerlo”, ahora pasa a ser un “quiero tenerte”. En ambos casos, ya sea como deseo o como sentimiento, continúa siendo una necesidad. Sin embargo ya no es un “echo en falta algo”, es un “necesito verte” (a ti).

Así pues, en función de la naturaleza de la necesidad que tenga, lo echaré de menos, o te extrañaré. Contemplaré la posibilidad de reproducir una sensación, una experiencia, o un momento; o la de comprar una cosa. Sin embargo, contaré las horas que me faltan hasta que vuelva a verte, o pensaré cómo hacer para llegar hasta ti de nuevo. Idearé una estrategia para intentar dejar de extrañarte. Aunque a veces ello implique tener que olvidarte definitivamente.

Te extraño. Porque incluso la propia sonoridad de la expresión tiene un matiz que un simple “echo de menos” no es capaz de alcanzar. Te extraño. Pronunciado mentalmente tiene un plus de nostalgia que un “echo de menos” no puede transmitir. Al menos para mí. Y esta vez, honestamente, no pretendo que nadie lo comparta.

Sé que se trata de un planteamiento extraño – esta vez sí, por raro, chocante, insólito o sorprendente-, y que la propia Real Academia de la Lengua Española no hace distinción alguna entre ambas expresiones. Pero la realidad es que, no sé muy bien por qué, de un tiempo a esta parte, en mi cabeza, distingo entre ambas acepciones en función de aquello que siento que me falta.

Y a estas alturas os preguntaréis, ¿a santo de qué viene todo este extraño – otra vez por raro, chocante, insólito o sorprendente - sinsentido? Pues viene a que hoy, ya domingo 21 de julio de 2013, a las 02:12 de la noche, no te echo de menos. Pero te extraño.