26 feb 2023

Bares que cerraron.

Un poco antes de que dejase La Genara y se fuese a Del Arte, M. cerraba cada viernes con nosotros dentro. Echaba el cerrojo, nos servía unos tubos de cerveza, y nos sentábamos en la mesa del fondo a que él y Javi preparan la quiniela de esa jornada. Aquello parecía una escena de Goodfellas donde, abrigados por el terciopelo granate y la madera oscura de las paredes, pasábamos el rato sin ser vistos desde el otro lado de la cristalera fronteriza de la galería. Por aquel entonces aún se permitía fumar, o tal vez no, y en aquel ambiente semiclandestino el humo era casi un personaje más de la partida. Eran, claro, otros tiempos. 

Lo cuento con cierta nostalgia, no porque pertenezca a un pasado idealizado, sino porque es la primera relación estrecha que recuerdo haber tenido con alguien al otro lado de la barra que no fuese de mi familia. Después vendrían muchas otras, algunas de ellas en el mismo bar, donde pasábamos las tardes de los sábados después de dar patadas al balón con los muchachos del Alfombras. Lo que el fútbol unía, la cerveza terminaba de soldar, y fue así que, hasta que colgué las botas y me hice el petate, echamos horas alternando, pasando de ser meros clientes a reputados parroquianos.

Una vez que salí de España la cosa no fue fácil. Primero en Alabama y luego en Tennessee, tardé años en dar con otro camarero que me hiciera sentir en casa. Fue en el Greenhouse Bar, un invernadero donde servían tragos al que la pandemia terminó de apuntillar, haciendo que fuese traspasado a otra estirpe que nunca lo ha sabido llevar. Allí también pasé horas, unas cuantas de ellas con Sam, con quien, entre pintas de cerveza y chupitos de Jameson, nos calentamos el alma una tarde de viernes que afuera llovía. 

Recuerdo muy vivamente a varios de sus camareros, cuyos nombres nunca supe, con los que desarrollé una suerte de simbiosis que sólo se alcanza con el tiempo. En aquella época andaba yo con el alma en proceso de reconstrucción y aquel bar era el escenario de todas mis primeras citas. Algunas semanas, las menos, iba varias veces entre la mirada divertida de quienes allí trabajaban, que me habían visto, tal vez el día anterior, conociendo a alguien diferente. La conexión con aquellos tipos era tal que llegados a un punto me miraban esperando una señal. Si la cosa parecía ir bien, les guiñaba un ojo esperando a que ofrecieran otra ronda. Sin embargo, si no había química, que pasaba con frecuencia, con un simple gesto entendían el mensaje. Así, al minuto se acercaban y decían: “Ready for the checks?”. 

Y justo en ese instante de complicidad, se acortaban todas las distancias y me hacían sentir en casa.


23 feb 2023

Cosas que he aprendido en estos meses buscando trabajo como profesor en Estados Unidos (¿y que quizás son aplicables a otros puestos en otros lugares y profesiones?).

1. Estar preparado es sólo el principio. Tan importante es estar cualificado para un puesto como ser capaz de elaborar unos materiales de solicitud que sean atractivos. Hay gente muy buena que no recibe atención y gente menos apta que la recibe de más.

2. Cuatro ojos ven más que dos y dos cerebros piensan más que uno. Trata de que alguien revise tus materiales antes de enviarlos. No sólo por una cuestión de contenido, sino porque el ojo humano está entrenado para leer lo que le da la gana (y por ahí se suelen colar erratas).

3. Ten personalidad y muéstrala. Cuando redactes una carta de presentación, cerciórate de que se escucha tu voz. Personalízala para cada puesto, pero sin pasarte. Consulta la web, busca palabras clave, e introdúcelas de manera sutil.

4. Estás solo, pero no estás solo. Es decir, solicitar puestos a veces es un trabajo de equipo, especialmente cuando necesitas cartas de recomendación. Rodéate de gente que crea en ti y esté dispuesta a ayudarte. Y sé agradecido.

5. La información es poder. Hay algunos puestos que en realidad son ascensos encubiertos. O sea, que por mucho que solicites, la plaza tiene nombre y apellido. Conocer estos detalles puede ahorrarte tiempo, energía y ser, sin querer, parte de una pantomima.

6. Prepara bien tu entrevista. Estúdiate a fondo el departamento, identifica qué necesidades puede tener y qué puedes aportar tú en ese puesto. Usa esa información a tu favor, adapta tu discurso para parecer un candidato más completo.

7. No hagas preguntas cuya respuesta puedes encontrar en la página web de la institución. Hacer buenas preguntas demuestra una capacidad crítica y analítica que, dependiendo del tipo de puesto, puede ser percibido como una ventaja competitiva. 

8. Sobre el papel, (casi) siempre hay alguien mejor que tú. Pero eso no significa necesariamente que sea mejor candidato para ese puesto en cuestión. Solicita y, como dicen en el mus, que lo corten ellos. O ellas.

9. Sé la persona con quien te gustaría trabajar. Algo que me ha quedado claro es que nadie quiere currar con alguien que le vaya a hacer la vida más difícil. Es justo lo contrario.

10. Relativiza la importancia del proceso. Quitarle hierro a lo que estás haciendo muy probablemente te ayude a tomar mejores decisiones en cada fase. Un trabajo es un trabajo, sin más. Y te lo digo yo, que de no haberlo conseguido me habría tenido que volver a España.

11. El equilibrio es importante. Si vas a un campus visit, sé elocuente pero no pesado. Ingenioso, pero no abrumador. Gracioso, pero no de manera constante. Amable, pero no falso. Culto, pero no apabullante. Mide. 

12. Que no te den el trabajo no significa que no valgas para él. Esta idea es clave. Se puede ser genial en algo y, aún así, no ser la persona más apropiada para un puesto. Y no pasa nada. Seguro que hay otro donde encajas mejor.

13. Confía en tu instinto. Si crees que hacer las cosas de una cierta manera te va a ayudar a tener más éxito, hazlas. No significa que te vayan a salir bien, pero seguro vas a tener la conciencia tranquila. Y a veces eso ya es mucho.

14. El rechazo forma parte de la vida. Cuantos más puestos solicites, más posibilidades tienes de que te llamen, pero también de que te rechacen. No es nada personal, el sistema funciona así. No te lo tomes a pecho. Desilusiónate un rato y sigue con tu objetivo.

15. Ten fe. Aunque no lo creas, esto es lo más importante. Vas a trabajar muchas horas sin saber hacia dónde estás yendo. A veces va a ser ingrato. Pero si crees en ti mismo, los resultados acabarán llegando seguro. 


15 ene 2023

Diario de un impostor - VII.

Lo escribo aquí porque en algún lado habrá que contar todas estas cosas. 

Hace unos días regresé de España. Volví como siempre, con la maleta a cuestas y la tesis sin escribir. Cuando me iba me dio por pensar que tal vez esta sea la última vez que tengo que volver aquí. Estamos en enero y no sólo no tengo trabajo, sino que a estas alturas tampoco hay mucha perspectiva de encontrarlo. Por primera vez en los últimos seis años no sé dónde estaré el próximo agosto. No es bueno ni es malo, es raro.

Una idea. En diciembre estuvimos en Sevilla y me pareció que era una sucursal del Cielo en la Tierra. Suena cursi, pero qué ciudad. Qué manera de entender la vida.

El sábado por la mañana fui a la compra y me crucé con un tipo que iba por la calle con un pantalón de pijama y unas chanclas, sin calcetines, a dos bajo cero. Al llegar al supermercado di con una señora obesa que llevaba un carrito eléctrico típico de nonagenarios en Benidorm. Estaba dando marcha atrás en el pasillo de los cepillos de dientes y sonaba un pitido intermitente para indicar la maniobra. Me pareció una escena ridícula, casi patética. No sé muy bien por qué, pero estoy experimentando el shock cultural de forma mucho más chocante este viaje que en todos los anteriores. Es como si ya no perteneciera a este sitio. Quizás es porque en mi cabeza ya he empezado a irme de Nashville, del sur. Lo que no tengo claro es a dónde.

Un hecho. Siempre que regreso a este lado dejo de usar colonia las primeras semanas. La razón es que cuando llego mi ropa está lavada y planchada por mi madre y sigue oliendo a mi casa. Así que trato de alargar la sensación lo máximo posible e intento usar alguna prenda nueva cada día para poder imbuirme de ese olor tan especial a suavizante.

El jueves leí esta entrevista que Loreto Sánchez Seoane le hizo a Ray Loriga donde contaba que le habían extirpado un “tumor benigno pero mortal”. Me sentí muy identificado con su reflexión, particularmente con la parte que dice que cuando te libras de la muerte, de repente “Lo grave pasa a ser lo importante, lo importante ya es sólo relevante y lo urgente sólo es apresurado”. Y es verdad. La ventaja de no morirte tras pasar algo así no es sólo seguir viviendo, sino tener una perspectiva privilegiada de la vida.

Un momento. Al final de El Golpe, Johnny Hooker (Robert Redford) le dice a Henry Gondorff (Paul Newman): “You are right, Henry. It’s not enough… But it’s close!”

Siguiendo con Ray Loriga, en el avión de regreso leí Caídos del cielo y me quedé con una frase (de muchas) grabada: "Como todo conductor experto, sabía que un solo momento de distracción podía resultar fatal, pero es que eran unas piernas preciosas”. Mientras lo leía pensé que me gustaría enseñarlo en mi próxima clase. Después caí en la cuenta de que no sé si llegará a haber una próxima clase.

Una reflexión. A pesar de lo que pueda parecer, la peor parte del jetlag no es el sueño, sino el hambre que te asalta a traición. Te despiertas a las 3 de la mañana y de pronto tienes unas ganas de comer inexplicables. 

La última. En mi vida siempre se suele repetir un patrón. Primero decido hacer algo. Después cambio de opinión. Más tarde, por fin tomo una decisión que asumo como definitiva. Y justo cuando ya la tengo, sucede algo que me cambia los planes por completo. Hace tiempo que tomé esa decisión definitiva, así que aquí estoy, esperando a ver qué me tiene preparado esta vez el destino.