No me gusta el punto medio en
cuanto que es un lugar gris e imaginario, equidistante de una idea y su
contraria, y anodino, por tanto. No me interesan las medias verdades porque
generalmente suelen ser mitad mentira, ni creo en el término medio como filosofía
de vida, porque repelo la mediocridad. No me gusta el equilibrio porque supone
medianía, y yo no quiero sólo una mitad. No acepto las medias tintas en la
medida en que no me permiten mancharme las manos del todo, al igual que detesto
las sonrisas de medio lado que sólo disimulan completa hipocresía.
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