Tengo una maleta llena de dudas, de preguntas sin respuesta,
que se afanan en salir de vez en cuando y amargarme la mañana. Las cuento por
decenas. Son todas dudas de hecho, razonables, que esperan sentadas solución,
remedio para el mal del cual padecen. Aporías incluso a veces. Paradojas y
dilemas que se resisten a ser resueltos en un futuro cercano. Dudas temblorosas
que, sin alcanzar la categoría de problema, alcanzan a quitarme el sueño.
Atesoro también, y sin embargo, para compensar tanto vaivén
dubitativo, un resorte inexorable que permanece inmutable e impertérrito, que en
días como el de hoy, en los que me sobran siete horas de huso horario, hace que me olvide mi maleta. Consigue hacerme recordar, al fin y al cabo, que mi única certeza aquí eres tú.