Quizás es que la vida consiste en
vivir, y no en dejar pasar el tiempo mientras esperas que llegue el olvido. En
despertarte una mañana y decidir intentar ser feliz, aunque no siempre lo
consigas. En tener una noche tonta e invitar a un café –porque es menos
violento que una copa- a una chica que sonríe. O quizás se trate de comprarte
un billete de AVE y echar el resto en un viaje que no sabes si saldrá bien. Lo
mismo es que de lo que se trata es de mantener viva la ilusión por algo, y no
tanto de conseguirlo siempre.
A lo mejor el truco de todo esto,
esté en ser valiente. En sorprender y ser original. En no aceptar un no por
respuesta, y no conformarse con lo que la vida te da a la primera de cambio. En
tener la determinación –y la libertad- suficiente como para tomar la decisión
de cambiar. Igual es que de lo que se trata es de no seguir el camino
establecido porque sí, sino de ir adaptando la ruta poco a poco para conseguir
el objetivo. O simplemente de no preocuparse tanto de mañana, y un poco más de
hoy, que al fin y al cabo es lo que tenemos en la mano.
Se me ocurre que igual es que la
vida consiste en agarrar por la cintura a la chica que te gusta, y alzarla
hasta que despegue los pies del suelo mientras la besas. O en despertarte, igual
no todos los días porque lo mucho cansa, pero de vez en cuando al lado de ella.
En mirar bajo el edredón y pellizcarte a ti mismo para comprobar que está
allí, y que no estás soñando. Que quien yace a tu izquierda –o a tu derecha- es
quien querías que estuviese justo ahí, junto a ti. O igual consiste en verla con tu camisa
puesta y su cabeza en tu almohada. Igual.
Lo mismo es que de lo que se
trata es de no perder tiempo lamentándote por lo que se fue, y de abrir los
ojos lo suficiente como para reconocer la oportunidad cuando llega. De vivir un
poco más y de pensar un poco menos. Y de que la chica que sonríe diga sí a ese café, claro.
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