29 jun 2014

Mienten.



Miente aquel que llora mientras ríe en su interior, quien le pone al mal tiempo buena cara por decreto, aquel que se hace protagonista de historias no vividas, y miente quien sale a por tabaco y vuelve a casa al cabo de una hora.

Miente quien no cumple aquello que promete, quien se rinde a la evidencia cuando ésta no está tan clara, aquel que renuncia a sentir miedo a sabiendas de que no podrá reaccionar ante el abismo de la falta de sus besos.

Miente cuando canta el gallo de noche sin tener claro por qué, aquel que finge sentirse cómodo en la sombra pero enciende la luz en soledad. Quien no puede aguantar a la presión del día a día, y se baña por las noches en ginebra para soportar el devenir de la mañana de después.

Mienten los domingos que prometen tardes cortas y tranquilas de manta-peli-y-libro en el sofá. Mienten los prospectos de los besos cuando ignoran que algunos tienen contraindicaciones y efectos secundarios. No mienten, pero yerran aquellos que no alcanzan a comprender que la peor de las resacas nada tiene que ver con el alcohol.

Mienten los endecasílabos cuando tienen trece sílabas, y los alejandrinos cuando tienen dieciséis. Miente el poeta cuando asegura ser feliz y nunca hombre atormentado.

Por mentir, hasta la mentira miente, cuando dice que no quiere ser verdad.

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