Voy a inventar un país. Uno que
me permita escribir mis propias leyes, y en el que nadie me obligue a quererte
los martes. Donde la única frontera sea el respeto a las ideas, y donde la
justicia sea más justa que la propia sensatez.
Voy a dibujar un país. Uno con
calles y edificios de diseño a mi medida. Con escaparates opacos que oculten
todo aquello que no me apetezca ver. Un país pequeño en el que no quepa el
desamparo, y en el que las estrellas sólo den nombre a una avenida con nombre
de mujer.
Voy a diseñar un país abierto y
colorido. Donde no quepan ilusionistas clandestinos que, lejos de ser magos, sólo
busquen generar falsa ilusión. Uno lo suficientemente grande como para no tener
que verte cuando decidas -si decides- convertirte en un país independiente.
Voy a levantar de la nada un
país. Y pienso repoblarlo a media noche cada día con todos los buenos momentos
que sea capaz de robarle al día anterior. Uno que no salga en los mapas. Y que
no tenga himno ni bandera, ni forma de gobierno conocida.
Voy a crear un país para poder
exiliarme (en él) de ti. Y lo voy a hacer mañana.
Por si acaso esta noche decides
volver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario