27 dic 2022

Mujeres de las que me enamoré en el cine.

Me ha pasado muchas veces porque soy de naturaleza enamoradiza. Veo una película o leo un libro y acabo poniendo ojitos a alguna de las personajes que aparecen. Me pasó con Cameron Díaz en Algo pasa con Mary siendo yo muy pequeño y lo corroboré con Jennifer Connelly y su Deborah en Érase una vez en América la primera vez que la vi con diez años, en la Semana Santa del 99. Supongo que debió ser por esa época que descubrí, no sólo que me gustaban las chicas, sino que además me gustaban las chicas guapas, algo que me temo no ha cambiado desde entonces. 

Hace algunos años, viendo El apartamento, me di de bruces con aquella ascensorista que interpretaba Shirley MacLaine y me pareció que tenía la cara más dulce que había visto jamás. Una belleza comparable tal vez a otra de mis grandes musas cinematográficas, Nola Rice, o lo que es lo mismo, el personaje que interpretaba Scarlett Johansson en Match Point. Aquella rubia, extremadamente sexy, a ratos mujer fatal, me hizo cuestionarme muchas veces el papel del personaje de Rhys Meyers, cuya decisión en la cinta nunca terminé muy bien de entender. En caso de duda, la guapa siempre, Chris.

Todas estas chicas de las que me enamoré en el cine, sin embargo, no podían compararse a la atracción que, por alguna razón que desconozco, pues no es mi tipo, despertó en mí Keira Knightley en Last Night. Hay algo en Joanna, una escritora de talento desaprovechado que huye de vez en cuando mentalmente a esa otra vida que podría haber tenido, que me resulta magnético. Es posible que sea su acento británico, o una elegancia de otro tiempo, o quizás su forma de fumar sentada sobre la encimera de la cocina. Hay algo en ella, sea lo que sea, que durante la hora y media que dura la película hace que fantasee con romper y cruzar la cuarta pared. 

Aun a riesgo de que una vez dentro me diga que lo siente mucho, pero que no soy su tipo. Que podría pasar.


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