Después de algunos meses contando
paso a paso el estado de mi solicitud de acceso a la Universidad de Alabama, el
día 19 de marzo recibí una carta de la misma vía email en la que me hablaban
sobre el estado de dicha solicitud. Y esta noche estoy aquí, frente al teclado,
preparándome para deciros que los sueños, a veces se hacen realidad. Y que hay
personas en la vida –al menos dos- a las que, pasarán cien años, y jamás podré
demostrar la gratitud que les profeso, sin ánimo de que esto parezca un
agradecimiento público y sincero. Que lo es.
Parece ser que otra vez la moneda
volvió a salir cara –que no costosa- y, pese a que aún no es oficial a falta de
determinados trámites burocráticos (sí, en Estados Unidos también existe la
burocracia), la Universidad de Alabama ha considerado de forma favorable mi
candidatura al Spanish Literature MA y ha decidido concederme una beca (o algo
que se le parece mucho) para que me vaya allí a estudiar durante los próximos
años. En otras palabras, que si todo sigue su curso natural, allá por agosto
partiré camino de mi Tuscaloosa querida para empezar una nueva vida lejos de la
que hasta ahora siempre fue mi casa, con todo lo que ello conlleva.
De este modo, y aunque probablemente
podría escribir sobre todas las cosas que creo voy a echar de menos de España –además
de las obvias, quiero decir-, lo cierto es que aún no tengo perspectiva
suficiente como para identificar la trascendencia que supone el paso que voy a
dar el día que me suba en ese avión con destino al otro lado del Atlántico. O
al menos no más perspectiva que la que me da el hecho de que mi madre no ha
dejado de llorar desde que sabe que me voy.
Y esto es todo por esta noche, en
la que sólo quería comunicaros de forma oficial que, si nada (ni nadie) lo
remedia, mi futuro más próximo está en el sur de los Estados Unidos de América,
en el bonito estado de Alabama.
Roll tide roll y’all.
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