23 sept 2022

El otoño. Otra vez.

Todos los otoños me pasa lo mismo: salgo a la calle un día en manga corta y de repente ya no es verano. El sol ya no calienta como el día anterior y hasta el aire huele distinto. Es como si el tiempo hiciera un cambio de armario y de la noche a la mañana las chaquetas de entretiempo se hubieran alzado en una inoportuna rebeldía que logra acabar con el previsible castañeteo de mis dientes en algún momento de los próximos diez días, que es aproximadamente el tiempo que vivo en constante negación. Doscientas cuarenta horas en las que mi cuerpo, por todos los medios existentes, se resiste a aceptar la realidad. Mis ojos evitan ver las hojas que se amontonan en las aceras, mis brazos rechazan el aire frío que los roza camino a la oficina y mis piernas reciben con sincero agradecimiento el calor de los vaqueros que hasta hace una semana sólo me ponía para ir a trabajar. 

El otoño, al contrario que el verano, que va dando señales de su inevitable llegada, aparece un día, como ese amigo que te sorprende una mañana llamando a tu puerta de forma inesperada. Es una estación traicionera, un quinqui que te espera al otro lado de la esquina con una navaja para llevarse la cadenita de oro de la abuela. Nunca sabes dónde ni cuándo puedes encontrártelo, pero ahí sigue, implacable al desaliento, haciéndose patente conforme pasan los días de septiembre. Llega sin hacer ruido y se va sin dejar rastro allá por diciembre, cuando ya nadie se acuerda de que estábamos en él. Es un mensaje en un contestador que ya nadie escuchará. 

Para mí, esta estación tiene mucho de sad boy con gafitas y camisa de cuadros que escribe a máquina en cafés mientras afuera llueve en un barrio recóndito de Seattle, o al menos así me la imagino después de la última vez que hablé con Trammell allá por primavera. Sea como sea, parece que ya ha llegado y que además lo ha hecho con la idea de quedarse entre nosotros una temporada. Así que no queda otra que aceptar que esta semana se acabó el verano y que, un año más, por fin queda un poco menos para regresar por fin a casa.

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