16 jun 2020

Diario de un verano en Nashville - II.

Yo este verano, a diferencia de los anteriores, tenía planes. Iba a regresar a España y huronear en un archivo de la Biblioteca Nacional periódicos que hablaran sobre el suicidio de Larra y el estreno de Electra. Pensaba recopilar material suficiente para empezar a escribir una tesis que desde hace años permanece arrinconada en una esquina de mi casa implorando por palabras. Y sin embargo, ya ves, el universo decidió que era buen momento para conspirar contra mis –por una vez— buenas intenciones y dejarme en tierra, varado en Nashville como un pez globo que, gracias a la pandemia no ha dejado aún de hincharse. Gordo como un tejón, vamos.

Ahora mismo, por ejemplo, mientras escribo esto escucho ‘Soon Soon’ de Tom Rosenthal y pienso que, por fin, después de casi 6 años, tendría que estar de nuevo en Barcelona. Reescribiendo la Historia y haciendo uso de una beca de investigación que la universidad me concedió y que a saber cuándo podré aprovechar. Debería estar allí recuperando algo del tiempo perdido, sentado cara al Mediterráneo con la esperanza de encontrar un golpe de suerte que me redimiera de mis pecados condales, y me permitiera desentrañar los entresijos de todas las páginas que aún están por escribir en esta locura doctoral. Pero en lugar de todo eso, aquí sigo, descubriendo por primera vez el verano americano.

Mañana, 17 de junio, sin ir más lejos, tenía comprada una entrada desde hace meses para ver a Paul McCartney en el Estadio Olímpico Lluís Companys. Quizás fuera una de las últimas veces que hubiera podido verlo en directo. Y, en lugar de estar allí como una groupie emocionada, con mi camiseta de los conciertos, listo para escucharle cantar ‘Blackbird’, estoy aquí, en este rinconcito del sur, sentado en el sofá con la Fender tratando de tocar el ‘All my Loving’. Intentando ver el lado bueno de las cosas, y convenciéndome a mí mismo de que algún día no demasiado lejano, todo esto pasará y, en lugar de hablar de ese futuro hipotético –ahora casi convertido en distópico—escribiré de un pasado reciente en el que todo esto por fin tenga sentido.

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