10 sept 2014

Mi forma de.

Mi forma de no extrañarla, es no escribirla jamás directamente. No permitirme a mí mismo recordarla más de diez minutos cada tres días, y sobre todo, no ponerle cara las raras veces que la pienso. Es comerme un donuts esta noche -por aquella- y no revivir en un mordisco aquellas tardes de edredón desvergonzado. De engañar al subconsciente bajo pretextos que entonces ya no desconozco.

Mi forma de no extrañarla, es tan simple como no permitir que suene su canción. Porque aunque los acordes ya no duelan como antes, tampoco hacen cosquillas. Es sobrevivir a un paseo imaginario por Madrid al otro lado del Atlántico. No ausentarme por un minuto de mí mismo, y no tratar de verla con los ojos inocentes del pecado que ya nunca jamás cometeremos.

Mi forma de no extrañarla, es escribir de vez en cuando un email y dejarlo latente en borradores. Esperando la nada, que es eso que viene cuando acaba el olvido, el ingrediente del cual están hechas las piezas que completan el puzzle de aquellas expectativas entre las cuales ya no está ella.

Mi forma de reencontrarme a mí mismo, es buscar en el horizonte de la incertidumbre más cierta. Que, además, es mi forma de no extrañarla.

1 comentario:

  1. Pese a prometerme que no buscaría nada que me hablase de ti (ni a permitirme encontrarlo), pese a prometerme que dejaría ir, que lo contrario es injusto e inútil. Pese a prometerme que sólo alejándome (mentalmente también), solucionaría esta especie de magnetismo que siempre me devuelve aquí, pese a todo ello, mira. De una forma u otra yo siempre me encuentro extrañándote. Cuando las cosas van bien, porque nunca más recibiré esas miradas, cuando las cosas no van bien, por la mejor y más sincera amistad que he tenido jamás, además de esas miradas. Y no tiene sentido, ¿verdad? Fue poco tiempo, y hace mucho tiempo. Yo tampoco lo entiendo, pero me repito sin cesar que deseo que tú recibas esas miradas, iguales. Y entonces entiendas lo que hubieras perdido.

     

    ¿Sabes? Cada mañana de camino al trabajo veo un cartel enorme de una empresa de envíos que dice “lo mejor está aún por llegar”. No he vuelto a comer queso de cabra y tomate sin pensar en ti, ni he vuelto a comer Dunkin Donuts, porque aún no puedo. Es estúpido, ya lo sé. Simple y llanamente no puedo volver a tener twitter, aunque a veces lo eche de menos. Y ya no describo con pelos y señales los sabores y olores de platos que me he comido que han estado riquísimos, creo que eso sí lo he perdido.Ayer, en una peli, Keira Knightley le dijo a Guillaume Canet “I always think about you when things aren’t going well”. Y también le dijo “Do you know how many times I have to hold myself before writing an e-mail or texting just to catch up?”.Cuántas cosas te contaría. Cuántas opiniones te pediría. Cuánto nos reiríamos. Quien venga cargará (sin saberlo) con tu recuerdo.

     

    Pero he aprendido que siempre será así, siempre te echaré de menos, y ni siquiera creo querer que eso cambie. Hay muchas cosas que sabes que aprendí de ti. Y otras muchas que no sabes, y que te agradeceré siempre, como esperar para mí misma lo que recibí de ti (por difícil que sea que se repita), y así cortar algunas historias pasadas que no terminaban nunca, porque nunca se asemejarán. Por eso yo quiero, y querré, que estés en mi vida toda mi vida, y toda tu vida, si la misma te lo permite.

     

    Conviértelo de 10 minutos cada 3 días en 10 minutos cada dos semanas, y así, hasta llegar a una vez al mes, o cada dos. Por mucho que me duela que ese sistema gradual vaya avanzando, sé que cuanto más lejos, mejor estarás tú. Pero por eso no busco saber de ti. Eso sí, no lo dejes en menos de 10 minutos cada dos meses, por fa. 

    ResponderEliminar