Nunca soy más vulnerable que
cuando se me nota en la mirada la sonrisa. Jamás más permeable que cuando trato
de esconderme de mi yo más efusivo de reojo, para evitar un contacto directo y
delator, que me llene de vida y me vacíe al mismo tiempo de la discreción que
necesito. Nunca más sincero que cuando te juro que, excepto cuando miento,
siempre digo la verdad. Que entre tú y yo, es casi siempre.
Nunca vivo más pendiente de
esconderme, que cuando tengo miedo a mostrarme como soy. Jamás asisto desde
fuera a esta obra de teatro de mí mismo, en la que a veces interpreto el papel
protagonista, y otras veces dirijo la función. Y aun así, por mucho que leo y
releo una y otra vez este libreto, la única conclusión a la que llego es que,
cuando se trata de esta historia, no existen nunca las verdades –ni las
mentiras- absolutas.
Nunca soy un poco más humano que cuando
sueño con mañana, y resulta que mañana, de repente, se hace realidad. Jamás me
miro en el espejo y me encuentro con la sombra de lo que seré. Nunca –a veces- me
gusta pensar que más antes que después, acabaré por resolver este problema en
el que tú todavía eres la incógnita que da sentido completo a la ecuación.
Porque a veces, uno más uno, no
siempre suman dos.
Le descubrí hace poco y me encanta tu forma de escribir y describir las situaciones, pero sobre todo los sentimientos y pensamientos que las acompañan. Tenga por seguro que seré peregrina habitual por estos lares. Un saludo!
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