6 sept 2013

Pongamos que hablo de Madrid... 2020.



Esta vez, al contrario que otras veces, no he venido a divagar sobre ninguna cuestión en concreto, ni a tratar de justificarme en una idea que sólo yo entiendo. No. He venido a contaros una historia, o quizás un par de ellas.

Corría el año 2005, era día 6 de julio, y como acostumbraba por aquel entonces, me encontraba en Inglaterra pasando una temporada al tiempo que intentaba aprender inglés. No recuerdo exactamente qué hora sería –pero auguro que no muy tarde- cuando entré por la puerta de aquella casa, en la Berry Head Road.

En aquella época no teníamos Twitter, y a duras penas funcionaba el wifi en ningún lado. Vivíamos, de alguna manera, desconectados del mundo que nos rodeaba, y las noticias no llegaban con la misma rapidez que ahora lo hacen.

Entré por la puerta de casa y fui a la cocina, donde como de costumbre estaba Ginny junto con su marido Peter (quienes posteriormente se mudaron a Santa Pola, por cierto). Por algún motivo que desconocía estaban brindando con una copa de brandy, de la cual me hicieron partícipe de forma inmediata al tiempo que me contaban que Londres había sido elegida como sede de los Juegos Olímpicos del año 2012. Recuerdo que dijeron: “It´s been a happy day, we have to celebrate it”.

Así fue como me enteré de la primera derrota de Madrid en la elección de la sede de unos Juegos Olímpicos.

Al día siguiente, 7 de julio de 2005, fecha de mi 17 cumpleaños, Londres sufrió un ataque terrorista de Al Qaeda. Al llegar a casa debía ser la misma hora, y la estampa no era muy diferente a la del día anterior. Ginny y Peter en la cocina bebiendo brandy. Sin embargo esta vez la frase con la que justificaban la copa era distinta: “It’s been a hard day, we need a drink”.

Jamás podré olvidar aquel momento en el que, descompuestos, bebían para olvidar.

Cuatro años después, en 2009 ya, estaba yo en clase de Derecho Administrativo II. Era viernes por la tarde, y eran las últimas dos horas de la semana, en las que como de costumbre, ni el propio profesor tenía ganas de dar clase.

Era 2 de octubre, por lo que a esas horas aún era de día en aquella época, cuando el profesor decidió que era un buen momento para ver en directo la elección de la sede de los Juegos Olímpicos de 2016. Paró la clase, y con su particular estilo de buscar páginas web en internet (en Internet Explorer, en lugar de escribir en la barra de direcciones, pulsaba Archivo y después Abrir), conectó con la web de Onda Madrid.

Tras multitud de fallos técnicos en el ordenador de la universidad, por fin conseguimos enterarnos de que Chicago había sido la primera ciudad eliminada en la pugna por los Juegos. El sueño era posible, y así lo constató el profesor con sus palabras: “Cuidado señores, que la cosa se pone seria” (o algo así).

Continuamos dando clase con la vista puesta en la elección de la sede, cuando a eso de las 18:40 volvimos a conectar con Onda Madrid, que esta vez sí daba en directo la señal de la imagen de la elección. Recuerdo que vivimos con tensión los momentos previos a que Jacques Rogge apareciera con aquel sobre en cuyo interior se encontraba escrito “Rio de Janeiro”.  

Otra vez habíamos vuelto a perder la batalla por organizar unos Juegos Olímpicos.

Esa noche bajamos a Madrid a emborracharnos, como era costumbre en aquellos días. No recuerdo cuál era el garito al que fuimos después de hacer botellón en frente de farmacia en Ciudad Universitaria.

Sin embargo, recuerdo que en un acto de despecho y desesperación, fruto de la olímpica derrota -y de la suprema cogorza-, volvíamos caminando hacía Moncloa cuando pasamos por delante de la Casa Do Brasil y decidimos tomarnos la justicia por nuestra cuenta. Así pues, en un acto de venganza madrileña, presas del mal sabor de la derrota, nos vengamos de la única forma en la que en aquel momento éramos capaces. Es decir, que nos meamos en la puerta.

Y así, hasta hoy.

Año 2013. 6 de septiembre. Mañana se decide en Buenos Aires cuál será la sede de los Juegos Olímpicos del año 2020, y yo estoy aquí recordando aquellos sinsabores con la esperanza de no tener que recordar ninguno más en este aspecto.

No sé si Madrid se merece o no unos Juegos Olímpicos. No sé si económicamente es o no rentable. No vengo aquí a dar datos, ni a rebatir a nadie sus argumentos. Vengo a expresar un deseo.

Escribo este post para deciros que, por encima de todas las estadísticas, todos los datos económicos, todas las opiniones autorizadas, y toda la política que mucha gente ve en toda esta historia, yo sólo tengo un sentimiento.

Por tanto, no esperéis en mí una opinión racional acerca de este tema, porque no la tengo. Para mí sería un auténtico orgullo que Madrid celebre los Juegos Olímpicos en el año 2020. Y por eso espero que mañana, seamos o no los mejores, SEAMOS LOS ELEGIDOS.

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