25 may 2021

Roma.

Algo que uno aprende la primera vez que va, es que de Roma nunca se acaba de volver. Salir de ella es como tratar de regresar del otro lado del Aqueronte: imposible. Allí uno es alma errante, rodeado de fuentes repletas de monedas que esperan impertérritas que Caronte las recoja. Sus calles serpentean, sorteando ruinas a cada paso, rompiendo el eje del espacio y desafiando a la barrera del tiempo. Caminar por Roma es desembarcar en el Delorean y desear que nadie invente el plutonio en el futuro. El Tíber limita, casi hace frontera, con lo divino. La delgada línea que separa lo vivo de lo imperecedero. Al otro lado, tras el telón de la bohemia se esconde otra provincia del Imperio. En el Trastévere, que como una matrioshka pareciera ser una ciudad dentro de otra ciudad, es posible encontrarte entre semana a una mujer, sentada sola en medio de una plaza, emulando a Jacqueline du Pré y tocando el Concierto de Elgar un martes cualquiera. Nada resulta extraño en un lugar donde uno parece estar a las puertas del cielo. Un cielo que en el Panteón de Agripa se atisba inalcanzable entre medias de su cúpula. Bajo ella, en las noches de tormenta, la furia de los dioses ilumina por completo media esfera, dejando caer el agua en su interior. Ver llover desde dentro del Panteón es mejor que ver nevar por la ventana en Nueva York. Quien no ha visto un relámpago centellear desde allí dentro debe volver e invocar a Júpiter para que mande un rayo. En Roma, quien nunca creyó al menos dudará, aunque sólo sea por puro mimetismo. En ella caben todos, desde turistas despistados, amenudo fotógrafos improvisados del alma, hasta mujeres de hábito y hombres de alzacuellos. Allí lo eterno se bate en un extraño duelo con la prisa por la inmortalidad. Lo circunstancial no existe, pues en ella nadie es forastero. De ella venimos y hacia ella vamos. No hay pérdida. Una vez, en Roma, sabe a poco. Dos, sigue pareciendo insuficiente. Tres, es simplemente el paso previo a cuatro. Todas las demás ciudades del mundo son preliminares en comparación. 

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