19 ene 2017

Con D de Decepción.

Quizás por inconsciencia o tal vez por masoquismo, tiene uno como meta personal aspirar siempre a lo más alto, desoyendo los mensajes que sus propios límites -si es que los tiene- le envían a cada escalón que trata de subir. Cuando no es un despacho de abogados con sede en la calle Hermosilla, es una universidad de un pequeño pueblo de Nueva Jersey la que, como si de una administración pública española se tratara, utiliza la callada por respuesta; ese sibilino silencio negativo. La vida pasa, año tras año, y por mucho que se suponga que uno madura y que las decepciones le van horadando la moral y acolchándole el carácter, lo cierto es que no, que uno nunca se acostumbra al fracaso por mucho que lo frecuente. Que a pesar del empeño que uno tenga, Jerome Morrow sólo hubo uno.


Y fue un personaje de ficción. 

2 comentarios:

  1. Vivir en sí mismo ya es un éxito, y aunque no te acostumbres, los fracasos -si los hay-
    (no me gusta nada este término, inventado por el hombre moderno), siempre sirven para hacerte mejor persona. Y eso no hay nómina que lo pague. (Un placer leerte).

    Un saludo.
    Jèssica

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    Respuestas
    1. Qué bueno leerte, Jèssica :) Hay fracasos que -en el momento- duelen más que otros. Nada que no arregle el tiempo.

      El placer siempre es mío de tenerte de vuelta por aquí.

      Un abrazo,

      Miguel.

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