4 ago 2016

La inmediatez.

De un tiempo a esta parte vivimos en el mundo de la inmediatez. Del “lo quiero todo y ahora” y si no es así ya no me sirve. El avance de la comunicación y las tecnologías ha conllevado como contraparte que vivamos con prisa, que perdamos la paciencia con mucha mayor facilidad, y lo peor de todo: que cada vez más desechemos llevar a cabo determinadas acciones que necesitan un mayor tiempo y esfuerzo. Que renunciemos a priori a algunas cosas simplemente por el hecho de que no llegarán a nosotros en un breve plazo de tiempo. Sin necesidad alguna, hemos creado una necesidad de urgencia que nos está volviendo cada vez más cómodos, menos capaces de esforzarnos para conseguir algo a medio y largo plazo.

Estamos evolucionando hacia una sociedad malacostumbrada y cortoplacista, entregada a los placeres inmediatos, incapaces de disfrutar la escarpada; de plantearnos incluso llegar a la cima sólo por el esfuerzo que supone atarse los cordones para iniciar el ascenso. Nos hemos vuelto vagos, reticentes a participar en proyectos cuyos resultados desplieguen sus efectos con el tiempo. Ya no se trata de llegar a donde uno quiere, sino de hacerlo ayer a ser posible. Queremos obtener el resultado sin esforzarnos para conseguirlo, olvidando que como realmente se saborean las victorias es trabajándolas.

Así es que, quizás sea hora de parar. De comprender que hay cosas que tienen un ritmo natural que no se puede acelerar, que el período de madurez de algunas cuestiones es el que es, y que una aceleración de este proceso sólo puede conllevar una destrucción del producto final. Es posible que haya llegado el momento de renunciar a la inmediatez y de recuperar la capacidad de espera, de renegar de aquello que no merezca la pena por muy fácil que sea, de tener la paciencia suficiente como para conseguir aquello que requiera más de dos minutos de nuestra atención.

Igual es el momento de plantarnos entre todos y llegar a la conclusión de que valorar el tiempo no significa no utilizarlo en demasía, sino usarlo en cosas que realmente lo valgan, aunque conlleven una mayor inversión del mismo. Tal vez así comprendamos que lo único inmediato, cuando se trata de conseguir algo que merece la pena, debe ser el rechazo a la necesidad de inmediatez.


2 comentarios:

  1. Como siempre, tan acertado Miguel.
    Me encanta leerte.

    Felices y pausadas vacaciones. Un abrazo.

    Jèssica

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    1. ¡Jèssica! Qué bueno saber de ti. Acabo de ver esto :( Me alegra que te gustase. Espero que todo vaya bien. Un abrazo, Miguel.

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