Estaba esta noche escuchando música y releyendo no-me-olvides de gente que -evidentemente- incumplió su promesa, cuando de repente me he encontrado con una de esas cosas que se escriben en días grises. Y no he podido evitar compartirlo, claro.
"Déjame que te cuente esta noche
que la vida le ha dado la vuelta a la tortilla, y que aquella canción que
siempre ponía, se me ha vuelto en contra –por malvado- y me las está
devolviendo una tras otra, de madrugada siempre, y en forma de desvelo. Que
acecha el recuerdo de noche, cuando más dormido estoy, y viene a verme intempestivo
para recordarme todas esas veces en las que prometí “no ponerte nunca a Julio
Iglesias”.
Déjame que te diga que por mucho
que lo intente, aunque quiera olvidarme de todo, cierro los ojos y sigues
apareciendo como un resquicio de luz intermitente que no acaba de irse; como si
mi memoria no acabase nunca de hacer el ajuste de blancos. Quién tuviera un
botón de Reset en el pecho, que acabase de golpe con este dolor, tan molesto
como injustificado.
Déjame que te robe un beso una
vez más con mis sobornos de saliva. Que te encuentre de improviso una mañana
mientras ando por la calle y me dé un vuelco el corazón; o te pierda de vista
en un andén mientras me arrepiento de no haber saltado del vagón.
Déjame que te explique una noche
por última vez cómo no me contrataron en aquel despacho con sede en la calle
Almagro, o que te lleve conmigo a conocer una capital de provincia con
murallas. Que te encuentre una mañana de domingo hecha un despojo mientras
recuerdas las copas de más, al tiempo que te juras a ti misma que no volverás a
beber. Déjame, que te deje comerte el que te gusta de la caja de seis, sin
compartirlo, porque ya tenemos confianza. Que me afeite porque estoy más suave,
para que estés más pegajosa.
Déjame que te diga una vez más -aunque nunca vayas a leerlo-
que Julio Iglesias se equivocaba. Que la vida -sin ti- no sigue igual."
No hay comentarios:
Publicar un comentario