30 dic 2018

Volver a casa.


Volver a casa significa tener que ponerle la sordina al corazón, desterrar los fantasmas que aguardan en la almohada y vencer las barreras que imponen los horarios. Regresar a esta cárcel de piedra es pisar de nuevo los bares de siempre, perderse por Madrid con la esperanza de encontrar una llave y hallar en su lugar otro cerrojo. Cruzar el charco es viajar en el tiempo a un día de verano, tratar de nuevo de entender los sinsentidos del destino y acabar rindiéndose a la resignación; aceptar con dignidad las reglas del juego. Salir de mis cuatro paredes americanas implica, a buen seguro, demoler los muros de una civilización mental ya derribada, reconstruir la casa empezando por el tejado. Remendar con parches el pecado de estar vivos. Avivar tímidamente las ausencias y los miedos. Mirarte en el espejo de las dudas. Vencer de manera incontestable la feroz batalla del olvido.

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