En la isocronía
del contacto de la piel, escondido a modo de sensor, se halla la respuesta de
un porqué cuya pregunta alguien ignora y yo formulo por escrito sin palabras.
En el reducto menos íntimo de un momento detenido, se transmite una señal casi
inaudible pero audita, embotellada cual mensaje que aparece en la orilla de la
playa menos próxima. En mitad de la nada más completa, a modo de bandera que no
ondea, transcurre el vacío por las vías de un tren que ya jamás pasó. En el
transcurso de la aguja más pequeña del reloj, pasan las horas como días que no
acaban, los segundos como minutos que no pasan; y pasa el tiempo más despacio
de lo que quisiera.
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